martes, 10 de marzo de 2009

HAY VERDADES QUE OFENDEN!!!

LES PUBLICO ESTA CARTA QUE LLEGO DE UNAS DE MIS FUENTES. LEANLA Y VERAN QUE HAY VERDADES QUE OFENDEN!!!

Sesquipedalia

Carta al Ministro de Comercio


Humberto Seijas Pittaluga

Muy barbudo señor: apelo a esta vía para comentarle varias cosas que, dada la distancia, me es imposible elucidarle personalmente.

Y ya que en el comienzo mencioné la pilosidad facial que lo adorna, déjeme comenzar por allí. Recientemente, al hacer usted uso del característico tono amenazador que debe ser dominado perfectamente para que Boves II admita a alguien en su gabinete, usted sugería a los vendedores de arepas que “pusieran las barbas en remojo”. Craso error, mi muy rojito señor. El antiguo refrán que nos llegó de España —ese imperio maluco que nos obligó a tener una lengua común y a creer en un único Dios— se refiere a las “bardas”, con “d”. Que son esos setos, vallas, o cercas que rodean una propiedad. Lo que sugiere Pero Grullo con ese adagio es que hay que tomar acciones preventivas contra los males que pueden venir de fuera.

De una manera más fina lo explicaba Horacio hace más de veinte siglos en una de sus epístolas, la XVIII: “Nam tua res agitur, paries cum proximus ardet, et neglecta solent incendia sumere vires”. Mi osadía (que es una de las características de la ignorancia; si no, fíjese en su comandante) me permite traducirla, bien libremente por cierto, así: “Como si fuese cosa tuya, actúa cuando la pared de tu vecino arde: los fuegos que se dejan descuidados suelen tomar fuerza”. Escribo este párrafo y luego me entra una duda acerca de si debo dejarlo. Porque me digo: “Si ese carajo no sabe cuánto cuesta una arepa rellena, mucho menos debe saber quién fue Horacio”. Aún así, lo dejo y paso al segundo tema que quería tratar con usted, hirsuto señor.

Saquemos una cuenta facilita: en una ciudad como la que usted tiene como sede, un local de unos ochenta metros cuadrados en un lugar bien promedio —nada de Las Mercedes o El Rosal, sino Candelaria, o Santa Rosalía— no se baja de ocho mil bolívares de los nuevos (y perdóneme que no lo acompañe en esa ficción de llamarlos “fuertes”; es que mi mamá me enseñó a no decir mentiras). El aseo urbano valenciano le cobra a los comercios no menos de ochocientos bolívares (produzcan desechos sólidos o no); me imagino que en Caracas será más caro; digamos un mil. La luz implica una factura que no se baja de otro millar.

O sea, que para pagar parte de lo que en el imperio meeesmo llaman el overhead, el propietario de una arepera que funcione doce horas los treinta días del mes, deberá vender una arepa de a Bs. 1,50 cada treinta segundos. Y, fíjese, que en esos cálculos no he metido todavía gastos de personal, patente, seguro, vigilancia. Ni los perniles, ni la harina-pan. Mucho menos los de matraca (que existe, aunque ustedes se estén haciendo los locos con ella desde hace diez años). Por el negocio pasarán los del IVSS, el Indepabis, la Sanidad, la oficina del Trabajo, los policías, y otros. Y esos cobran tanto en dinero como en especies…

¿Entonces? ¿De dónde saca usted eso del 1,50? Eso no cuesta ni la que le hace su mujer en su casa. Si es que la tiene. Digo, mujer; porque casa doy por descontado que tiene. Y muy buena, como acostumbran los jerarcas que hasta ayer eran unos pela-bolas. Lo de la mujer me permití ponerlo en duda porque lo que abunda en el gabinete son los misóginos (por decir lo menos). Casi parece que es un requisito del cargo...

Y, ya para finalizar, permítame que termine por donde comencé: por lo de las bardas. Quien sí mandó a poner sus bardas en remojo fue su venático jefe, el Urogallo sabanetense. Apenas se enteró de que la Corte Penal Internacional había librado una orden de detención contra el presidente de Sudá;, mandó a uno de sus áulicos que cobra como viceministro para que dijera un sartal de sandeces, como que lo que se busca es desestabilizar a la pobre África. Pero el tipo en nada se refiere a que el hoy perseguido de la justicia internacional es el autor intelectual y el ejecutor de esa monstruosidad que ha resultado en el asesinato de casi medio millón de sudaneses cristianos en Darfur por parte de fanáticos islamitas. Pero es comprensible el silencio: el régimen que nos atormenta es uno que no se atreve a decir nada en contra del fundamentalismo musulmán. Porque se podría ofender el hermano Ahmanineyad.

Y porque el Mugabe criollo sabe que por orden suya se mantiene en calabozos a gente que de acuerdo al ordenamiento jurídico debería estar siendo juzgada en libertad; y que él sistemáticamente ha desacatado las numerosas sentencias que el Tribunal Internacional de Derechos Humanos ha dictado en contra del Estado venezolano. Sería bolsa si no saliera a defender a otro militarote déspota. Es cuestión de empatía. Y de conveniencia personal...

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