Por: Jesús Rísquez Thielen
Sin duda que el Cancer que nos consume es el odio que se ha sembrado en gobierneros y opositores.
Poca objetividad se ve en torno a la supuesta enfermedad del presidente.
Poco el provecho que se deduce de esta lección de vida en ambos bandos. Unos continuan con su HISTERIA COLECTIVA que retroalimenta la megalomanía de un hombe que delirante desconoce las limitaciones de su humanidad. Otros contaminados con UN ODIO ENFERMIZO desean su muerte. Pero ambos padecen de este cancer que enceguece el alma humana y caen en una visión irreal de la situación verdadera en que nos encontramos.
Aterrizar en nuestras realidades diarias tales como que vamos camino a una confrontación sangrienta por este camino, es invisible a los ojos de ambos, hasta parece que la desearan. Yo creo que esta situación creada por la enfermedad del presidente es un buen momento para replantearnos la necesidad de retornar a los perdidos valores humanos, tales como la compasión y la misericordia por los sufrimientos que padece el pueblo venezolano y para destacar la importancia de tomar conciencia de la brevedad de la vida humana.
Tomemos como ejemplo a los presos políticos y a los presos en lineas generales, ¿No sería el momento de apelar al presidente y su gobierno un trato humano y justo para todos aquellos que padecen de semejantes enfermedades?... pero a diferencia del presidente, carentes de la más elemental atención médica y alejados de cualquier consuelos de una mano amiga o del amor y cuidado de sus familiares.
Creo que destacar los valores de nuestras creencias cristianas, apelar a ellas en el sentimiento popular, contrastándolas con la actitud autista de un presidente y un pueblo que olvidan el sufrimiento de los presos políticos y de sus familiares, que no se acuerdan que ellos existen... es un arma política más efectiva y educativa, que continuar en la linea del odio que nos han sembrado.
Solo el camino de la compasión y la misericordia, solo apelando a la caridad cristiana, solo mediante la divulgación de estos valores humanos, nos libraremos de un futuro sangriento, de un colapso social, pues son estos valores los que construyen, los otros desparraman.
Este gobierno ha sido un maestro en manipular las emociones humanas en el camino del odio y la venganza, y su éxito se a basado en la habilidad comunicacional para manejar las emociones de un pueblo que no responde a razones. Bien haría el movimiento opositor en manejar las emociones correctas como la bondad, el amor y la hospitalidad que en el pasado destacaron a ls venezolanos, y hoy se encuentran arropadas por una capa de resentimiento sembrado y alimentado desde los medios de desinformación gubernamentales, ocasionando un delirio persecutorio colectivo en gran parte de la población.
Si es cierto el padecimiento del ser humano que se encuentra en la presidencia de la república, no es através del deseo de su muerte que cambiaremos el panorama político del país, es más bien el momento de destacar nuestros valores cristianos y humanos, dando un ejemplo de grandeza y nobleza que tanta falta le hace a nuestro pueblo.
Al fin de cuentas Cristo nos enseño que hay que amar a amigos y a enemigos, ¿Que grandeza o mérito hay en amar a quien te ama? nos preguntó... y yo añado que este es el camino correcto que nos lleva a restituir la paz social, el único camino. Es el camino que toca las mejores emociones del pueblo, no las peores.
Es el momento de destacar la misericordia y humanidad debidas a los presos políticos que padecen enfermedades alejados de todo consuelo humano en un acto de indecible crueldad y violación de los derechos humanos, pero apelando a la compasión, a la misericordia, al amor que nos debemos unos a otros, todos pasaremos por estas circunstancias. Si el presidente en su padecimiento personal no reacciona ante estas peticiones de humanidad y reciprocidad, si no reacciona ante estas emociones que el pueblo entiende y siente, será rechazado por el mismo pueblo que lo compadece.
Un poco de compasión e inteligencia ante esta situación, apelar a las mejores emociones del venezolano y no a más odio, son el camino para emerger de este oceano de antivalores en el cual nos encontramos sumergidos.
Es mi opinión, Jesús R. Rísquez T.
Sin duda que el Cancer que nos consume es el odio que se ha sembrado en gobierneros y opositores.
Poca objetividad se ve en torno a la supuesta enfermedad del presidente.
Poco el provecho que se deduce de esta lección de vida en ambos bandos. Unos continuan con su HISTERIA COLECTIVA que retroalimenta la megalomanía de un hombe que delirante desconoce las limitaciones de su humanidad. Otros contaminados con UN ODIO ENFERMIZO desean su muerte. Pero ambos padecen de este cancer que enceguece el alma humana y caen en una visión irreal de la situación verdadera en que nos encontramos.
Aterrizar en nuestras realidades diarias tales como que vamos camino a una confrontación sangrienta por este camino, es invisible a los ojos de ambos, hasta parece que la desearan. Yo creo que esta situación creada por la enfermedad del presidente es un buen momento para replantearnos la necesidad de retornar a los perdidos valores humanos, tales como la compasión y la misericordia por los sufrimientos que padece el pueblo venezolano y para destacar la importancia de tomar conciencia de la brevedad de la vida humana.
Tomemos como ejemplo a los presos políticos y a los presos en lineas generales, ¿No sería el momento de apelar al presidente y su gobierno un trato humano y justo para todos aquellos que padecen de semejantes enfermedades?... pero a diferencia del presidente, carentes de la más elemental atención médica y alejados de cualquier consuelos de una mano amiga o del amor y cuidado de sus familiares.
Creo que destacar los valores de nuestras creencias cristianas, apelar a ellas en el sentimiento popular, contrastándolas con la actitud autista de un presidente y un pueblo que olvidan el sufrimiento de los presos políticos y de sus familiares, que no se acuerdan que ellos existen... es un arma política más efectiva y educativa, que continuar en la linea del odio que nos han sembrado.
Solo el camino de la compasión y la misericordia, solo apelando a la caridad cristiana, solo mediante la divulgación de estos valores humanos, nos libraremos de un futuro sangriento, de un colapso social, pues son estos valores los que construyen, los otros desparraman.
Este gobierno ha sido un maestro en manipular las emociones humanas en el camino del odio y la venganza, y su éxito se a basado en la habilidad comunicacional para manejar las emociones de un pueblo que no responde a razones. Bien haría el movimiento opositor en manejar las emociones correctas como la bondad, el amor y la hospitalidad que en el pasado destacaron a ls venezolanos, y hoy se encuentran arropadas por una capa de resentimiento sembrado y alimentado desde los medios de desinformación gubernamentales, ocasionando un delirio persecutorio colectivo en gran parte de la población.
Si es cierto el padecimiento del ser humano que se encuentra en la presidencia de la república, no es através del deseo de su muerte que cambiaremos el panorama político del país, es más bien el momento de destacar nuestros valores cristianos y humanos, dando un ejemplo de grandeza y nobleza que tanta falta le hace a nuestro pueblo.
Al fin de cuentas Cristo nos enseño que hay que amar a amigos y a enemigos, ¿Que grandeza o mérito hay en amar a quien te ama? nos preguntó... y yo añado que este es el camino correcto que nos lleva a restituir la paz social, el único camino. Es el camino que toca las mejores emociones del pueblo, no las peores.
Es el momento de destacar la misericordia y humanidad debidas a los presos políticos que padecen enfermedades alejados de todo consuelo humano en un acto de indecible crueldad y violación de los derechos humanos, pero apelando a la compasión, a la misericordia, al amor que nos debemos unos a otros, todos pasaremos por estas circunstancias. Si el presidente en su padecimiento personal no reacciona ante estas peticiones de humanidad y reciprocidad, si no reacciona ante estas emociones que el pueblo entiende y siente, será rechazado por el mismo pueblo que lo compadece.
Un poco de compasión e inteligencia ante esta situación, apelar a las mejores emociones del venezolano y no a más odio, son el camino para emerger de este oceano de antivalores en el cual nos encontramos sumergidos.
Es mi opinión, Jesús R. Rísquez T.
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