viernes, 23 de noviembre de 2018








La diáspora venezolana

La diáspora venezolana

AFP

Venezolanos pernoctan en la acera de un centro de atención binacional en Tumbes, al norte de Perú, 
Venezuela ha visto un éxodo masivo de su población que huye de la pobreza, la hiperinflación, la falta de servicios públicos y la escasez de artículos de primera necesidad.
La AFP busca develar aquí cómo se llegó a esta situación y su impacto no solo en Venezuela, sino en toda Sudamérica.

¿Cuán grande es la migración venezolana?

Según la ONU, 1.6 millones de venezolanos se han desplazado por la región desde 2015, cuando las consecuencias de la crisis del país se hicieron sentir. 
La organización señala que 2.3 millones de venezolanos viven en el extranjero, aunque otras voces elevan aún más esa cifra. El think-tank de la Universidad Central de Venezuela que se ocupa de la diáspora dice que 3.8 millones de personas han dejado el país desde que el revolucionario socialista Hugo Chávez llegó al poder en 1998.
El sociólogo venezolano Tomás Páez asegura que entre el 10% y el 12% de sus conciudadanos vive fuera del país, distribuidos en más de 90 países. 
Tradicionalmente, la mayoría estaba en Colombia, Estados Unidos y España, pero Perú ha visto como desde 2015 el flujo migratorio de venezolanos se multiplicó por 150.
Como la mayoría viaja a pie, la travesía se convierte en un penoso viaje a través de un continente de 17.8 millones de kilómetros cuadrados.
Muchos terminan durmiendo en campamentos improvisados o en las calles, y viven de donaciones de alimentos y ganando de algo de dinero limpiando los parabrisas de los autos en los semáforos.

¿Por qué pasó esto?

Todo empezó con la elección de Chávez, como presidente, según Páez, pero se aceleró cuando Nicolás Maduro tomó el poder en 2013.
La excesiva dependencia de Venezuela de sus vastas reservas de petróleo —96% de sus ingresos provienen del crudo— significó un problema con el desplome del precio del petróleo en 2014, causando una escasez de divisas.
La respuesta del Gobierno fue imprimir más dinero, causando un exponencial aumento de la inflación y 4 años de recesión.
Páez dice que la “inseguridad” y el “repudio” a no ser dueño de la propia vida son los principales factores que han llevado a los venezolanos a huir de su país.
Y su se agrega el “deterioro económico... la terrible escasez y el valor del bolívar”, la situación se convirtió en “una crisis humanitaria”, argumenta Páez. 

¿Cómo afecta a Venezuela?

Inicialmente el país sufrió una fuga de cerebros y de capitales.
“Al principio la migración fue de gente con dinero y con educación universitaria”, explicó de su lado Alfonzo Uannucci, que lleva una página de Internet que difunde testimonios de la diáspora de venezolanos alrededor del mundo. 
Tomas Pérez Bravo, del think-tank de la diáspora de la Universidad Central de Venezuela, afirma que no hay un solo tipo de persona que abandona el país
Migrantes sobre la carretera Panamericana, en dirección al centro de atención en Tumbes, Perú.

“Los pobres se están yendo porque ahora todos son pobres”.
Y están huyendo a pie “no porque no sean químicos, sociólogos o ingenieros”, sino porque “tardarían 30 años en ahorrar para un boleto de avión”.
Carlos Malamud, analista sobre Latinoamérica del Real Instituto Elcano de Madrid, asegura que el éxodo es una estratagema deliberadamente orquestada por Maduro, “quien está utilizando la migración como un arma política contra la oposición”.

¿Cómo afecta a la región?

Iannucci dice que “la avalancha de venezolanos” ha “colapsado” pueblos fronterizos que no estaban preparados para tal flujo, como Paracaima y Boa Vista, en el estado brasileño de Roraima.
Los migrantes venezolanos han sido culpados de un incremento en la delincuencia común y de competir por los empleos y las camas de hospital, lo que llevó a una pandilla a quemar campamentos de migrantes y a perseguirlos hasta el otro lado de la frontera.
“Estamos cerca del punto de quiebre”, dice el secretario del gobierno de Roraima, Marcelo López.
Iannucci cree que las cosas van a empeorar: “Esto solo es la punta del iceberg”.
Sin embargo, el impacto no es totalmente negativo y los países que acogen a venezolanos también pueden tener beneficios, afirma Pérez Bravo.
“En Argentina dicen que los que han llegado son jóvenes, emprendedores y bien calificados”.
“Cerca de un 60% de doctores que aplican para trabajos en Chile son venezolanos”.
Perú y Ecuador anunciaron restricciones en el control de su frontera antes de suavizarlos.
Ecuador ha llamado a organizar un encuentro de 13 países de América Latina el mes que viene, mientras la ONU se dispone a formar un equipo especial para asegurar una coordinación regional que dé respuesta a la crisis.

¿Cómo se compara con otras migraciones?

En términos de cantidad, la migración de venezolanos ya ha superado el éxodo de cubanos después de la revolución de Fidel Castro que derrocó al dictador Fulgencio Batista. 
Cerca de 1.4 millones de cubanos abandonaron la isla rumbo a Estados Unidos, mientras que otros 300,000 fueron a América Latina, el Caribe y Europa, según el centro de estudios Migration Policy Institute, con sede en Washington.
Pero ese éxodo se dio durante seis décadas, no en 4 años. 
Una joven venezolana descansa después de viajar en bus a Huaquillas, sur de Ecuador y frontera con Perú, en donde se abrió un corredor humanitario ante la salida masiva de personas.

La mayoría de los cubanos se fueron a Estados Unidos, pero, “las sociedades de América Latina no están preparadas para esta magnitud de llegadas”.
El éxodo venezolano “es una crisis profunda”.
“Este fenómeno se podría comparar con la crisis de refugiados en Siria”, subraya. 

jueves, 3 de mayo de 2018

Magallanes inauguró su centro de rehabilitación
http://www.magallanesbbc.com.ve/nota/1248/magallanes-inauguro-su-centro-de-rehabilitacion?platform=hootsuite
 Prensa Magallanes BBC | Hugo Guerrero

En pro de seguir creciendo como institución y continuar sirviendo a la sociedad, la Fundación Magallanes de Carabobo inauguró este 02 de mayo en el José Bernardo Pérez de Valencia un centro de rehabilitación para atletas, que llevará por nombre “Unidad de Rehabilitación de Alta Competencia” (U.R.A.C.).

Este centro de rehabilitación, fungirá a partir de ahora en el estadio de los Navegantes del Magallanes y estará dirigido por el médico del equipo Flavio Abbatematteo, además de un grupo de trainers capacitados para la recuperación de toda persona que practique cualquier deporte y requiera de tratamiento por alguna lesión.

“Al fin y al cabo logramos inaugurar un centro de rehabilitación de alta competencia en el estadio, con las instalaciones que previamente teníamos. De esta manera logramos mantener el estadio activo todo el año y servir a la comunidad con los conocimientos del equipo de trainers y médico del Magallanes. En función de la prevención, el cuidado y rehabilitación de los atletas de alta competencia”, declaró el doctor Abbatematteo, quien atenderá a los pacientes en las instalaciones del José Bernardo Pérez.

La Unidad de Rehabilitación de Alta Competenciaestará en funcionamiento durante todo el año. A la par de la temporada de béisbol seguirá en marcha en horario matutino y el paciente podrá contar con diferentes áreas para tratarse, dependiendo del procedimiento que tenga que aplicarse.

“Tendremos servicio de hidroterapia, aprovechando la piscina de rehabilitación que tenemos en el estadio, el gimnasio que es bastante completo, las instalaciones del campo de béisbol para las actividades al aire libre, se van hacer consultas de traumatologías, cardiologías, contamos con área de TRX, entrenamiento funcional, va a haber una cantidad de ejercicios con ligas y cuerdas que es como modernamente se está aplicando para la rehabilitación. Será un centro bastante completo, sobre todo con un personal bien capacitado”, explicó Abbatematteo.

Asimismo, el médico de la nave indicó que “en la medida que el tiempo vaya avanzando vamos ampliar nuestro radio de acción para permitir que el atleta sea evaluado de forma integral. Toda persona que quiera eventualmente ser atendida de modo integral, por prevención o en su defecto para tratamiento de lesiones, puede acudir al estadio José Bernardo Pérez en horario de oficina en las mañanas para ser atendido”.

De igual manera, Abbatematteo detalló que será un centro de rehabilitación para atletas profesionales y no profesionales, y que a su vez estarán atendiendo a jóvenes que entrenan en academias de todas las disciplinas deportivas (béisbol, fútbol, baloncesto, entre otras) en categorías juveniles.

De esta forma, la Fundación Magallanes de Carabobo continúa creciendo e innovando con la realización de este tipo de actividades para la comunidad, prestando este importante servicio de rehabilitación en la casa de los Navegantes del Magallanes.

domingo, 21 de enero de 2018


SANGRE
Por Leonardo Padrón
Ni siquiera con el rostro salpicado de sangre por las esquirlas de una granada la gente le creía. Ni siquiera a minutos de ser asesinado grabando un mensaje de despedida para sus hijos. Se hacían chistes sobre su pelo decolorado. Se ironizaba sobre la satisfactoria señal de internet que tenía para colgar sus mensajes en las redes. Se hablaba de show, de circo, de trapo rojo y pote de humo. Ni siquiera muerto se le creía muerto. Se necesitaba ver el cadáver. Incluso ya con la siniestra estampa de su cuerpo derrumbado sobre su propia muerte y la de sus compañeros de faena, también se especulaba, se tejían hipótesis rocambolescas. Porque todo parecía rocambolesco. Pero ya, con su cadáver en la morgue, finalmente todos le creen a Oscar Pérez.
No se puede juzgar al que no sintió verosimilitud en sus acciones ni aplaudir al que siempre tuvo la certeza de su autenticidad. La dictadura de Nicolás Maduro nos ha educado para no creer en nosotros mismos. Los prejuicios, dudas y recelos están a la orden del día. Por supuesto, nadie cree en la revolución ni en el paraíso terrenal del que alardea en sus cadenas. Pero ya tampoco se cree en los líderes de la oposición y menos en sus partidos políticos. No se cree en la institución del voto. No se cree ni siquiera en la esperanza. Hay motivos de sobra para tanta incredulidad, sin duda. Y ese es un triunfo de la revolución que debemos comenzar a desmantelar.
Algún aprendizaje debe haber con lo ocurrido. Debemos apelar a una profunda reflexión colectiva. El chavismo ha logrado despertar el lado oscuro de la sociedad venezolana. El odio está de fiesta en el país. Neutralizados los medios de comunicación, las redes sociales se han convertido en la única ventana de información. A su vez, las redes han permitido que todo el mundo se convierta en reportero de la realidad y han democratizado la opinión a dimensiones planetarias. Eso tiene sus ventajas y, obviamente, sus bemoles. Lamentablemente, muchas veces se opina como quien dispara un arma desde la cintura. Sin la más mínima pausa reflexiva. Sin aquilatar las ideas. Sin esperar que los hechos destilen su propia sintaxis. Hay un ansia enfermiza por ser el primero en opinar. Por pegarla del techo con una frase que pulverice las redes y gane muchos “likes” y “Rts”. A eso se le debe agregar –una vez más- el eficaz trabajo comunicacional del régimen, experto en sembrar matrices de opinión confusas, que enrarecen donde les conviene, que enturbian el ánimo y dislocan nuestra lectura de los hechos. Ya ningún evento es visto desde un nicho de mínima objetividad. En la multitud de tuits que cada noticia genera, los juicios más radicales, los más escandalosos o hirientes, ganan el rating de la comarca 2.0. Y si alguna figura pública escribe un desatino, inmediatamente se activa el paredón de fusilamiento. No importa que haya expresado un pensamiento que habitaba la mente de no pocos venezolanos. No importa que haya sido una figura amada por la sociedad. En un chasquido pasará a ser vapuleado sin misericordia. Es parte de la fiesta del odio. En las redes también sangra el país.
El lunes 15 de enero ocurrió algo en nuestro país que quedará inscrito en la memoria de todos. Una masacre pública con un desmesurado uso de armas letales.  La brutal exterminación de un grupo de venezolanos que optaron por una vía de rebelión, discutible, sin duda, pero dictada por una genuina preocupación ante la bota horrida de la dictadura.
Los que nunca creyeron en Oscar Pérez lo hicieron porque ciertos hechos les parecían inverosímiles. Pero ahí está la nuez del problema. Va siendo hora de asumir que desde hace 19 años -en Venezuela- la realidad se volvió extraña, anormal, delirante, sobreactuada. Desde entonces, nada nos debe extrañar. Pero son muchas las cosas que nos deben preocupar como sociedad. Para salir del lodazal donde estamos, debemos exigirnos a nosotros mismos una revisión profunda, debemos domesticar el odio que nos han inoculado luego de tanta humillación y agravio. Canalizarlo, procesarlo, convertirlo en una forma de redención.
El país hoy es sangre. Sangre derramada. Y esa larga mancha de odio que se ha expandido en el mapa nos ha atrapado. Ya basta. No podemos más. Es suficiente. No nos cabe más dolor